lunes, 28 de junio de 2010

Los festejos taurinos crecieron en lo que va de año en Valladolid, Palencia y Ávila


125 personas participan en los cursos autonómicos para mejorar la formación de los presidentes de plazas de toros

Los datos facilitados por la Consejería de Interior y Justicia hasta el 18 de junio señalan que los espectáculos taurinos han aumentado en lo que va de año en las provincias de Ávila, Palencia y Valladolid con respecto al mismo periodo del ejercicio 2009. Si nos atenemos a festejos taurinos mayores se superan las cifras del pasado año en el territorio abulense (con más de quince celebrados), el burgalés, el vallisoletano y el salmantino, que se dispara con más de una treintena de festejos. En cuanto a espectáculos taurinos populares León, Palencia y Valladolid están ligeramente por encima del año pasado.


En el capítulo formativo, la Junta de Castilla y León, a través de la Agencia de Protección Civil y Consumo, ha impartido la formación de las personas intervinientes en el espectáculo que tienen funciones y competencias de autoridad. En el 2009 se realizaron cuatro cursos de presidentes de plazas de toros y de espectáculos taurinos populares en los que participaron 125 personas, que se unen a los 154 asistentes del quinto curso llevado a cabo este año. En cuanto a los cursos de delegado de la autoridad, el pasado año participaron 51 policías locales y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Este año, en el segundo curso, la cifra ha ascendido a 90 personas entre guardias civiles, policías nacionales y policías locales.

También se han realizado jornadas de divulgación patrocinadas por el Ejecutivo regional a través de la programación de ciclos de actividades informativas y formativas en todas las provincias de la comunidad (jornadas, seminarios, semanas culturales taurinas) sobre el nuevo reglamento para aficionados, alcaldes, concejales, empresarios taurinos.

nortecastilla.es

ESPLÁ - padre e hijo.





Dos hombres y un sueño. Luis Francisco da la alternativa en la vida y en la arena a su hijo Alejandro
Alejandro se hizo matador hace hoy una semana. A sus 27 años, recibía en Castellón la alternativa de manos de su padre, Luis Francisco Esplá (Alicante, 1958), una de las figuras más respetadas de las últimas décadas. Pasaban de mano generaciones, saberes y compromisos presentes, y dolores, glorias y sangres futuras: todo lo que de bueno y malo lleva en los pitones el mundo del toro. Alejandro escuchó 35 palabras que no olvidará en su vida: «Lo que tiene inercia es difícil de parar. Lo que tiene estabilidad es difícil de tumbar y lo que tiene calidad y verdad es un argumento eterno. El secreto está en empujar y hacer fuerza». El padre, el hijo y Morante escenificaban un rito iniciático. Los dos primeros cruzaban sus trayectorias en el universo limitado del ruedo.

Hay padres e hijos unidos por la pesca o la afición al fútbol; ellos dos compartieron durante una hora el insigne título de matador de toros en activo. Completaban un ciclo de vida en menos de lo que dura un partido de tenis: el grande hizo hombre al pequeño y, un rato después, el pequeño le cortó la coleta al grande. A los que no tienen una tostadora por corazón se les hizo la garganta un nudo.

Fuera de la plaza, no todo es tan fácil. «Desde hace días estoy revisando qué he hecho mal para que me salga un hijo torero. Nunca hemos hablado de toros, ni hay nada relacionado con los toros en casa. No entiendo», bromea Luis Francisco Esplá antes de que llegue Alejandro a una entrevista en la cafetería de un hotel de Talavera.

-Y su madre, ¿qué dice?

-Su madre se quiere cortar las venas. Lo ha pasado muy mal conmigo, pero a mí me eligió así, y a él, no.

Carmen Tarruella fue la primera en enterarse de que Alejandro quería seguir el camino del triunfo que recorrió su padre, también el viacrucis de los quirófanos y las palizas. A Esplá ni se lo dijo. «No me atrevía a contárselo, así que le comenté que quería torear unas vacas, sólo para aprender...», salta Alejandro, que acaba de llegar. Con su madre, recuerda, fue diferente. Mira al suelo, sonríe y menea la cabeza. «Así que me fui para ella y le dije: 'Quiero ser torero y no quiero cumplir los 40 sin intentarlo'. Todavía no acaba de creérselo».

-Es que de pequeño tenía un miedo atroz. Si se ponía delante de una vaca, salía corriendo, blanco, como un cohete, y daba con el pecho en el burladero, como si fuera un conejo.

Estudios en EE UU y Facebook

DIA DEL ORGULLO

" Detallitos" de Frascuelo en una mansada de José Ignacio Charro y uno de Navalrosal