miércoles, 29 de febrero de 2012

Lo que la verdad esconde (otra vez)



Decía Onetti (que es uno que escribió sobre despropósitos y existencialismo, no como los frikis de los blogs taurinos, ni los twitteros ilusos que rompen el cántaro de la lechera de tanto barruntar y barruntar con una máquina del tiempo que los devuelva a los albores del siglo pasado) que “no hay mentira más repugnante que decir la verdad, ocultando el alma a los hechos, recipientes siempre vacíos que tomarán la forma del sentimiento que los lleva”.
Es posible que Roberto Domínguez no sepa quién fue Onetti, famélica minucia no conocer a un escritor de verdad. Es posible que El Juli tampoco tenga constancia de Onetti, pero está claro que el aforismo le va como funda al pitón, como imagen cenital de todo lo que está pasando.
En los toros hace tiempo que la verdad no es lo que se ve. En los ruedos y  alrededores. A fuerza de martillear incesantemente, de hundirnos poco a poco en el cieno de la repetición nos han hecho pensar que no hay otros escenarios.
Decir ahora que Lagartijo mató en Madrid 894 de sus 4.867 toros en total es una epilepsia de bipolares; hoy en día hay que hacer ARTE, los toros de antes no valen para lo que se pide ahora.
Recordar que hace ahora 60 años Antonio Bienvenida tomó la alternativa con Miuras es de trasnochados; ahora se pide toreo de reunión (y si es de compadreo, mejor) y nobleza, tanta como la que se pueda quedar en el límite con lo bobalicón.
Intentar entender que los empresarios son los que ponen el dinero por delante es de mafiosos y tunantes, porque  han faltado al respeto a El Juli y a su importancia.
Preguntar por qué las figuras, paladines de la Fiesta que los encumbra, no defienden –lidiándolos- encastes que se están extinguiendo, los que demanda ese pringao que es el aficionado; hacer eso es un ultraje a la prosapia y abolengo de los toreros, porque, como sentenció Roberto Domínguez en relación al Juli (y por ende para los diez reinos de taifas que piden lo suyo) “él no tiene nada que demostrar”. 
Y en esto andamos, esperando que llegue el 7 Abril para ver en Cenicientos a Sánchez Vara con toros de Guardiola Fantoni, Dolores Aguirre, Prieto de la Cal, Adolfo Martín y Miura, o a los Cuadri en Sevilla, o el verano francés, para hacernos un “Perpignan” y emigrar por unos días a rebañar allí las migas el pan que nos niegan en nuestra propia tierra.
Como ya se sentenció, desde ese portal web que se burla de todos nosotros, en su crónica de la corrida de los Prieto de la Cal en los pasados Pilares: "Una mentira mil veces repetida no se convierte en una verdad“, aunque en su caso, como siempre, rascaron donde no picaba.


Posdata: trasteando por los internetes, buscando un paralelismo con el conflicto de los derechos de imagen que está afectando a todos los estamentos (confección de carteles, boicots,…) he llegado hasta "Reporteros Sin Fronteras" y sus datos anuales de muertos cubriendo conflictos por el Mundo.
Los corresponsales de guerra, como los toreros, también hacen arte: sus fotografías y crónicas nada tienen que envidiar a Arrojado con la lengua fuera en La Maestranza o a los bajonazos inacabables de Morante después de dos verónicas y la media.
A ellos no les aplauden cuando engañan. Ellos, si mueren, es por un disparo traicionero por la espalda. Ellos no pueden mirar a los ojos de su oponente, ni siquiera lo eligen, ni podrían cambiarlo a última hora. Ellos, cuando termina una guerra, piden en su redacción que les envíen a otra.
Ellos, como los toreros, cada tarde -perdón:cada minuto – se topan con la parca.Pero ellos no se pegan por los derechos de imagen.
En lo que llevamos de año 7 periodistas han muerto, en 2011 fueron 66.
Vayan estas líneas en recuerdo para todos los que se juegan la vida de verdad, y no lo echan en cara.



3 comentarios:

La condesa de Estraza dijo...

Pues pocos #fuerzapadilla he visto yo dedicados a un periodista o a reportero de guerra.
Óscar: obvias un elemento determinante en la comparación, no sé yo si voluntaria o involuntariamente, por olvido o por desconocimiento.

La condesa de Estraza

Óscar dijo...

No deja de ser la mía una opinión.
Honestamente, no sé,condesa, a qué matiz se refiere

Anónimo dijo...

Ojala cenicientos se televisara... Una oportunidad de oro para q el toreo en mayusculas se reivindicara por un torero modesto q con su gesta puede alcanzar mas grandeza q todo el g10 junto